miércoles, 22 de febrero de 2017

La rosa: Cultivos y cuidadas.

LA ROSA


Dado que nací un 23 de Abril, el mismo día en que fallecieron William Shakespeare y Miguel de Cervantes, quisiera relatar cómo he experimentando la lectura a lo largo de mi vida con un símil entre mi hábito hacia la lectura y algo tan simbólico y que se suele regalar en éste día tan especial, una rosa.
Recuerdo mi infancia con mucha añoranza, donde aquellas noches no nos podíamos ir a dormir ni mis hermanos ni yo si no venia nuestro padre a contarnos algún cuento, ya fueran los de María Sarmiento o algunos cuentos populares como Los tres cerditos, Ricitos de Oro, Caperucita Roja o Los tres cabritillos. Es en esa época cuando mi padre, cultivaba y regaba todos los días esa semilla que se convertiría en una rosa.


Cuando me incorporé al colegio, recuerdo que la lectura era algo que se imponía y la cual la percibía como una amenaza. Recuerdo que nos pusieron de un día para otro, aprendernos el poema del Pirata de José de Espronceda. En esa época aborrecí la lectura de tal manera que no quería leer absolutamente nada, la rosa que estaba por aun estaba por crecer y florecer, se estaba marchitando antes de hora…



Fue entonces cuando apareció de repente el jardinero, para no dejar marchitar esa flor que tanto le había costado mantener, ese jardinero de quien hablo es mi padre,  lo que se propuso hacer, fue llevarme todos los años, el día de mi cumpleaños, a la feria del libro, y me dejaba escoger los libros que más me llamaran la atención; recuerdo uno en especial, ya que fue el primer libro que rememoro de ésta experiencia, y era un libro de chistes, pero no me acuerdo exactamente del título; además me compraba cómics de Mortadelo y Filemón, y cada fin de semana me compraba una Revista, para que me fuera adquiriendo cada vez más el hábito de lectura, es por ello, que dicha rosa, comenzó a brotar.
Resurgieron en mí las ganas de seguir leyendo, fue entonces cuando comencé a leer la saga de Harry Potter, la que recuerdo perfectamente porque me la regalaron cuando hice la primera comunión, además de leer el Diario de Ana Frank, El niño con el pijama de rayas, La casa de Bernarda Alba entre otros…

Se podría decir, que ahora la Rosa está más selvática y radiante que nunca, gracias a ese jardinero que la fue regando y cuidando hasta llegar a ser cómo es ahora…